• Su efecto hidrofóbico hace que las gotas apenas toquen la superficie del cristal, formando “perlas” que ruedan rápidamente por el parabrisas hasta desaparecer.
  • También impide la adherencia del hielo en los días más fríos, y de los mosquitos en verano; facilitando su retirada con menos esfuerzo.
  • Esta tecnología se inspira en el “efecto loto” que descubrieron los botánicos alemanes Barthlott y Ehler en 1977, describiendo las propiedades superhidrófobas y autolimpiantes de las hojas de esta planta
  • Teniendo en cuenta este fundamento, se han desarrollado compuestos, basados en conceptos nanotecnológicos y de química avanzada, que permiten modificar la tensión superficial del vidrio.

La función primordial del parabrisas es proteger y ofrecer la mejor visibilidad posible, algo imprescindible para una correcta toma de información y de decisiones en un tiempo de reacción mínimo.

Según diversos estudios, la mala visibilidad a bordo del vehículo es la causa de más de un 15% de los accidentes de tráfico.

Con el tratamiento antilluvia y antimosquitos, se mejora sustancialmente la visibilidad en las condiciones en las que más la necesitamos: cuando llueve o nieva. Este tratamiento funciona como un repelente del agua que cae sobre el parabrisas.

Su efecto hidrofóbico hace que las gotas apenas toquen la superficie del cristal, formando “perlas” que ruedan rápidamente por el parabrisas hasta desaparecer. También impide la adherencia del hielo en los días más fríos, y de los mosquitos en verano; facilitando su retirada.

Este producto, aplicado por profesionales, también es altamente resistente a la abrasión producida por la acción de los limpiaparabrisas o sistemas de limpieza, llegando a mantener su efectividad hasta ocho meses, aproximadamente.

¿Cómo funciona exactamente esta tecnología?

El diseño y fabricación del tratamiento repelente de la lluvia, es parte de un proceso innovador que combina conceptos nanotecnológicos y de química avanzada para obtener un producto de muy altas prestaciones y gran durabilidad.

Esta tecnología se inspira en el “efecto loto” que descubrieron los botánicos Barthlott y Ehler en 1977, describiendo las propiedades superhidrófobas y autolimpiantes de las hojas de esta planta.

Este fenómeno se puede resumir en cómo las gotas de agua mantienen su forma esférica al caer sobre la superficie de la hoja de loto. Su epidermis tiene unas microscópicas papilas con ceras epicuticulares que son hidrófobas.

En este sentido, el ángulo de contacto es el principal factor para determinar la hidrofobicidad de una superficie, de modo que una superficie se considera hidrofóbica cuando tiene un ángulo de contacto igual o superior a 90º: a mayor ángulo, mayor repelencia al agua.

Teniendo en cuenta este fundamento, se han desarrollado compuestos, basados en conceptos nanotecnológicos y de química avanzada, que permiten modificar la tensión superficial del vidrio con el objetivo de aumentar su ángulo de contacto respecto a las gotas de agua.

Esta tecnología se basa en la creación de una lámina intermedia en el parabrisas de naturaleza básicamente cristalina, pero con capacidad de repelencia al agua. Esta propiedad hace que las gotas de lluvia se recojan sobre sí mismas de forma más esférica y que el contacto con el vidrio tratado se produzca en un punto muy pequeño.

En términos técnicos, el ángulo de contacto aumentaría en el vidrio tratado frente al vidrio no tratado, originándose así una menor superficie de contacto.

Esto provoca que cualquier fuerza externa (velocidad o viento, por ejemplo) haga que las gotas de agua se pongan a rodar por el parabrisas y se evacúen rápidamente.

 

Fuente: Carglass